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Tendencias: todo apunta a que los automóviles van a ser más caros

Publicado 15 Ene 2020
Tendencias: todo apunta a que los automóviles van a ser más caros


Varios factores contribuirán, señalan analistas, a que las prometidas economías de escala en la producción de vehículos eléctricos no llegarán tan fácilmente. Y para peor, los autos convencionales se volverán más caros por causa de las regulaciones.

Los gurús llevan años repitiéndolo como un mantra: en las economías globalizadas todo está interconectado, como chips en la placa base de un computador. Ocurre a nivel geográfico "entre economías y países" y también en una esfera más abstracta a la que dan forma leyes, mercados y las fluctuaciones de la oferta y la demanda.

Por azar de esos vínculos etéreos, los amantes de los automóviles podrían ver cómo en muy poco tiempo sentarse tras un volante se encarece de forma considerable. Cada vez más se alzan voces -tanto desde el sector industrial como el mundo de las finanzas- que an de que el futuro pinta complicado para los precios del sector. Se podrá seguir comprando autos, por supuesto, pero a costa de rascarse más el bolsillo.

El último en apuntar en esa dirección fue el CEO de Seat y máximo responsable del Grupo Volkswagen en España, Luca de Meo, quien vaticinó que "es un momento delicado para la industria. Se conjuga la necesidad de invertir con el pago de posibles multas. La tecnología que deberán llevar va a hacer que sean más caros". 

Como telón de fondo, el sector se ha topado con factores diversos: las guerras comerciales, los aranceles, el Brexit o la tensión en Medio Oriente. Los dos que más influyen, sin embargo, son las restricciones medioambientales y la irrupción de los vehículos eléctricos, que a pesar de todo siguen ocupando un segmento muy reducido. 

Una de las claves del más que probable encarecimiento de los vehículos son precisamente las nuevas exigencias en materia de emisiones de dióxido de carbono. Si incumplen el tope, las empresas se arriesgarán a una sanción de 95 euros por cada auto y gramo que exceda esa restricción. 

A modo de referencia, el nivel promedio de emisiones de los vehículos nuevos que se vendieron en 2017 era de 118,5 gramos de CO2 por kilómetro. Para cada fabricante puede llegar a suponer una sanción de entre 2.103 y 11.198 millones de euros.

Para compensar las ventas de automóviles de grandes dimensiones y consumo, las marcas tendrán que dar salida a modelos híbridos o eléctricos, más ecológicos. "Los fabricantes vamos a necesitar muchos automóviles de cero gramos por kilómetro. Veremos un florecer de motorizaciones alternativas porque cada kilómetro cuenta", señaló De Meo tras reconocer que habitualmente los modelos de combustión que se comercializan no bajan de 80 gramos de CO2 por kilómetro.

En ese escenario, el cliente se va a ver enfrentado a tener que comprar autos que cumplan con la normativa, lo que va a implicar que sean modelos con una tecnología que tiene un coste, cara (híbridos, enchufables, eléctricos...). Al menos los países latinoamericanos todavía podrían retrasar este aumento de costos abasteciéndose e de plantas fuera de las zonas de mayores exigencias medioambientales, pero eso no durará para siempre.

Expertos en todo el mundo se preguntan cómo evolucionarán los precios de los vehículos eléctricos. Algunas voces destacadas, como la de Hans-Dieter Poetsch, presidente de la Junta de Supervisión de Volkswagen, ya han advertido de un más que presumible encarecimiento.

Una de las razones principales es el elevado costo de producir baterías de litio. Frente a quienes argumentan que las economías de escala ayudarán a abaratar la fabricación de vehículos eléctricos, BMW ha explicado ya que el costo y escasez del cobalto dificultan que su precio pueda reducirse. "Los autos eléctricos serán siempre más caros que sus equivalentes con motor térmico. No hay economía de escala", apunta la marca en declaraciones recogidas por AdslZone.

En los precios de venta influirá también el esfuerzo constante para el desarrollo de I+D+i -con el elevado costo que implica para las multinacionales- y el de la propia fabricación, que revertirán tanto en los modelos eléctricos como los tradicionales de combustión interna.

El inconveniente de las baterías de litio explicaría por qué BMW prepara por ejemplo su quinta generación de motores eDrive sin cobalto o los esfuerzos de Toyota, Fisker o Ford por encontrar alternativas, como las baterías de estado sólido y grafeno.

Hasta 2022 Volkswagen prevé además instalar su plataforma MEB para la fabricación de autos eléctricos en 16 de las 120 plantas que la compañía posee en Europa, China y EE.UU. Klaus Frölich, de BMW, ha sido claro al respecto: "Cuando todos quieran cobalto para sus baterías, los precios del cobalto no bajarán". El ejecutivo alemán está convencido, de hecho, de que los coches eléctricos "siempre serán caros".

"El litio es caro porque hay mucha demanda, pero los procesos de extracción y utilización están cambiando y de momento todavía tenemos una ventana de dos años antes de que la producción de baterías para autos eléctricos se dispare", abunda el presidente del consejo de administración de Volkswagen Group, Herbert Diess, quien -en declaraciones recogidas por El País, de España- se muestra convencido, sin embargo, de que venderán modelos eléctricos "a un precio competitivo con sus homólogos competidores de diésel". "La recarga es más barata, los costos de operación, el mantenimiento, incluso el estacionamiento es más barato", reflexionan desde la multinacional.

Otro de los factores que explica el encarecimiento de los vehículos es la entrada en vigor en septiembre de 2018 de los nuevos test de homologación, los bautizados como WLTP (Worldwide harmonized Light vehicles Test Procedures), mucho más precisos a la hora de medir los consumos y emisiones de CO2, lo que dependiendo del país tiene su reflejo en el pago de más impuestos.

El sistema que se empleaba antes, el NEDC (New European Driving Cycle), que se remontaba a los años 90, realizaba los test en laboratorio, en condiciones "ideales" para los fabricantes. El resultado: las emisiones de dióxido de carbono de los vehículos resultaban más favorables de lo que se registraba luego en la realidad, durante la conducción en carretera. Con la entrada en vigor del ciclo WLTP los propietarios de algunos modelos se vieron obligados a pagar más impuestos.

Voces discordantes

Pero no todas las voces coinciden en que los autos aumentarán su precio a lo largo de los próximos años. La web especializada Bloomberg Energy publicó un estudio que vaticina que en 2022 los precios de los vehículos eléctricos serán similares a los de combustión. El cálculo rebaja en cuatro años otra estimación similar realizada por la misma web, que para trazarlo se basa en una previsión crucial: el progresivo abaratamiento del proceso productivo de las baterías.

Según los datos que maneja Bloomberg Energy, en 2015 fabricar una batería costaba el 57% del costo total de venta al público. El año pasado el porcentaje había descendido ya al 33% y en 2025 se estima que la batería supondrá solo el 20%. Las economías de escala cuyo impacto sobre el precio relativizan algunas escuderías podrían notarse también en los motores o la parte electrónica.

Otra de las voces que ha apuntado al abaratamiento de los vehículos eléctricos es Diess, quien durante un debate en la cadena CDF aseguró que en 2020 Volkswagen dispondría de autos eléctricos con una capacidad similar a la de Tesla por la mitad de precio.

Sus palabras chocan con las del presidente de la junta supervisora de la marca alemana. En declaraciones al periódico Welt am Sonntag, Hans-Dieter Poetsch apuntó que la progresiva implantación de modelos eléctricos generará un encarecimiento de los modelos más pequeños, sobre todo en los 100% eléctricos. "La gente está deseando cambiar a autos eléctricos si el precio lo permite", señaló. "Y cuando los costos del diésel suban o las barreras de uso sean mayores será el momento en el que el auto eléctrico cambiará definitivamente las reglas de la movilidad".

Fuentes: Volkswagen, Bloomberg, AdslZone, El País.

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